Una familia reconstituida
es la formada por una pareja adulta en la que al menos uno de los cónyuges
tiene un hijo de una relación anterior.
Varios tipos
de familia reconstituida:
- Familias
provenientes de un divorcio, en la cual uno de los cónyuges tiene hijos
previos.
- Familias
provenientes de un divorcio, en la cual los dos cónyuges tienen hijos
previos. Es el modelo más complejo.
- Divorciado /a que
tiene hijos, y cuyo ex-esposo/a se ha vuelto a emparejar.
- La familia
reconstituida más antigua, la de toda la vida, es la que proviene de la
muerte de uno de los cónyuges. El padre o la madre viudo o viuda se vuelve
a emparejar y aparece la figura del padrastro o madrastra que todos
conocemos desde nuestra más tierna infancia, ya que protagonizan buen
número de cuentos infantiles.
Este último
tipo de familia reconstituida era antes más frecuente, debido al importante
descenso de la mortalidad en la etapa media de la vida registrado durante la
segunda mitad del siglo XX. Hace no muchos años, la posibilidad de que la
familia se quedara sin el padre o la madre era alta, la "necesidad"
de casarse de nuevos era mayor, y se hacía con más rapidez o con criterios
diferentes a los actuales (p.ej. el matrimonio del viudo con la hermana de su
difunta mujer era una pauta bastante frecuente).
Las familias
reconstituidas son familias que nacen de la pérdida. Se puede argumentar que
todas las familias surgen de una pérdida, si partimos del concepto freudiano de
considerar que cualquier pérdida significativa desencadena una reacción de
Duelo (Freud, 1915). Cuando uno se casa o se va a vivir en pareja quizá
abandona la casa de sus padres, su habitación de siempre, su ciudad natal,
quizá deja de ver a sus amigos, etc. Siempre hay alguna pérdida.
Familias en Transición: Una de las
características fundamentales de éste tipo de familias es que son familias en
transición, es decir, familias que tienen que asumir un número importante de
cambios en un corto período de tiempo, al menos más corto que lo que es
habitual en las familias convencionales, y que por lo tanto no figuran en la
expectativa vital de sus miembros.
Todos estamos
en continuo proceso de cambio.
Algunas de
las diferencias son de estructura:
Una familia convencional consta habitualmente de dos adultos que tienen
uno o más hijos de los dos.
en las familias reconstituidas tenemos también dos adultos, y al menos un
hijo procreado por uno sólo de los adultos, o bien varios hijos procreados por
los dos adultos, pero con otros adultos que no coinciden.
Limitaciones más frecuentes que se encuentran en este tipo de familias:
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Negar las
dificultades propias de la nueva situación y hacer como si no pasase nada y
se tratara de una familia convencional.
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La intromisión de cónyuges anteriores
es un factor que dificulta bastante, sobre todo cuando hay cuentas pendientes
y la disolución anterior no ha sido amistosa.
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El hecho de
haber pasado anteriormente por una ruptura, puede generar en la nueva pareja
una expectativa sesgada ante
cualquier dificultad que acontezca, y ver otra separación como algo más
probable.
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Cuando la
custodia es compartida y existen dos hogares, puede ocurrir que los hijos se
conviertan en informadores de lo que ocurre en uno u otro lugar, siendo
víctimas de la manipulación de
uno de los dos padres, o ser el propio chaval el que chantajee con irse al otro hogar si no se cumplen sus objetivos
o no se le deja hacer lo que quiere.
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Si se tienen
hijos anteriores al nuevo matrimonio, cada uno tenderá a aplicar la autoridad a su manera con ellos,
dándose diferencias que dificultarán la integración de los hermanastros.
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Boicot de los
hijos a la nueva pareja, si no ha conseguido establecerse una buena relación,
los hijos pueden ponerse en contra
del nuevo cónyuge provocando que el progenitor acabe poniéndose del
lado de sus hijos generando problemas en la pareja.
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Celos del progenitor
ausente hacia la relación de sus hijos con el nuevo cónyuge, puede ver la
amistad del niño con el otro padre como una deslealtad hacia él/ella y
reaccionar en consecuencia.
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La familia externa (abuelos, tíos,
primos) puede establecer diferentes relaciones con los niños, haciendo
distinciones entre ellos y acentuando la situación de desigualdad.
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Distinto ritmo de adaptación, por regla
general los hijos marchan a una velocidad más lenta que los padres a la hora
de generar relaciones estrechas con el nuevo cónyuge. Los padres con
frecuencia han generado su vínculo sin que los hijos tuvieran conciencia de
esta nueva relación; por lo que se tiene que tener paciencia y darles el
tiempo suficiente sin intentar forzar la situación.
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Cambios estructurales en las
relaciones de las dos familias: los hijos sufren la pérdida de la relación
privilegiada que previamente tenían con sus padres biológicos y ahora tienen
que compartirlo no sólo con otro adulto, sino también con otros “hermanos”,
en el caso que los haya.
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En el caso de
que existan varios hermanos biológicos puede darse el caso de que cada uno se
posicione en polos diferentes,
siendo uno de ellos facilitador de la nueva relación y otro mantenga una
actitud oposicionista.
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Aspectos a tener en cuenta
que facilitarían la convivencia en estas familias:
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Antes de la
creación de un nuevo núcleo familiar, sería recomendable que quedaran
acordados unos criterios previos, los roles
que desempeñará cada uno tienen que quedar bien establecidos desde el
principio, delimitando las funciones
que se cumplirán en la nueva estructura, tanto en normas y reglas familiares
como en la crianza de los hijos del nuevo cónyuge.
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Sería
aconsejable que la familia optara por un nuevo entorno para vivir, y no elegir alguna de las residencias
anteriores, ya que el nuevo lugar puede convertirse en un “hogar” en el que
se generen nuevos hábitos y una vida adaptada y generada por todo el núcleo.
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Es importante
que haya un tiempo dedicado a cada subestructura,
por una parte un tiempo a la pareja como tal, y por supuesto un espacio para
compartirlo con los hijos, tanto los dos cónyuges como la madre o el padre
individualmente. Con cierta frecuencia suele ocurrir que algún hijo pueda
sentirse desplazado por el nuevo cónyuge, por lo que requiere una atención
especial.
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Lo ideal sería
que en un primer momento el nuevo cónyuge estableciera una relación de tipo
más amistosa, en la que pudiera ganarse la confianza de los niños con el
objetivo de crear un nuevo vínculo, sería contraproducente que empezara desde
la autoridad o la imposición como sustituto en funciones del padre/madre
ausente. Es un aspecto fundamental que la visión que muestra el nuevo cónyuge
sea de un respeto total hacia el otro miembro que no está, y reconozca
siempre la limitación en sus funciones y el papel que juega el padre/madre.
Hasta que los padrastros o madrastras puedan asumir más responsabilidades de
crianza, simplemente pueden controlar la conducta y las actividades de los
niños y mantener informados a sus parejas.
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Los
padres/madres no deben hablar en
contra de sus ex maridos/mujeres frente a los niños, su postura debe
ser lo más conciliadora posible, fomentando en la medida en que se pueda la
comunicación y el contacto entre ellos.
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Facilitar el
paso a esta nueva etapa de familia reconstituida, adoptando un punto de vista
normalizado y evitando caer en el
dramatismo.
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Ir creando el sentido de pertenencia a una nueva familia,
buscando y aprovechando puntos de unión entre cada uno de los miembros, a
través de actividades comunes, viajes, compartiendo confidencias, etc.
Haciendo que la relación entre familia biológica y reconstituida sea lo más
fluida posible.
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Asentar la nueva relación de pareja, después de un divorcio, separación, muerte o
etapa de soltería, generando unas bases sólidas.
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En el caso de
que se den conflictos graves, es más adecuado que intervenga el progenitor
para evitar que la acción del nuevo cónyuge no sea vista como una intromisión
por parte del niño y esto pueda desembocar en más problemas.
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Facilitar una buena expresión emocional de todos
sus miembros, que haya una buena
comunicación y apoyo en los momentos difíciles.
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Es importante
mantener unas expectativas realistas desde el principio, la adaptación es un proceso que requiere de tiempo y no
es algo que vaya a venir de un día para otro.
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Es probable que
surjan sentimientos de culpa en los cónyuges y esto haga que se pueda caer en
la permisividad como modo de compensación hacia los hijos, es fundamental
tomar conciencia de ello y buscar
medios alternativos más adaptativos.
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