miércoles, 21 de noviembre de 2012

FAMILIA RECONSTRUIDA (ADRIANA DANIELA SAYNES)


Una familia reconstituida es la formada por una pareja adulta en la que al menos uno de los cónyuges tiene un hijo de una relación anterior.

Varios tipos de familia reconstituida:

  • Familias provenientes de un divorcio, en la cual uno de los cónyuges tiene hijos previos.
  • Familias provenientes de un divorcio, en la cual los dos cónyuges tienen hijos previos. Es el modelo más complejo.
  • Divorciado /a que tiene hijos, y cuyo ex-esposo/a se ha vuelto a emparejar.
  • La familia reconstituida más antigua, la de toda la vida, es la que proviene de la muerte de uno de los cónyuges. El padre o la madre viudo o viuda se vuelve a emparejar y aparece la figura del padrastro o madrastra que todos conocemos desde nuestra más tierna infancia, ya que protagonizan buen número de cuentos infantiles.

Este último tipo de familia reconstituida era antes más frecuente, debido al importante descenso de la mortalidad en la etapa media de la vida registrado durante la segunda mitad del siglo XX. Hace no muchos años, la posibilidad de que la familia se quedara sin el padre o la madre era alta, la "necesidad" de casarse de nuevos era mayor, y se hacía con más rapidez o con criterios diferentes a los actuales (p.ej. el matrimonio del viudo con la hermana de su difunta mujer era una pauta bastante frecuente).

Las familias reconstituidas son familias que nacen de la pérdida. Se puede argumentar que todas las familias surgen de una pérdida, si partimos del concepto freudiano de considerar que cualquier pérdida significativa desencadena una reacción de Duelo (Freud, 1915). Cuando uno se casa o se va a vivir en pareja quizá abandona la casa de sus padres, su habitación de siempre, su ciudad natal, quizá deja de ver a sus amigos, etc. Siempre hay alguna pérdida.

Familias en Transición: Una de las características fundamentales de éste tipo de familias es que son familias en transición, es decir, familias que tienen que asumir un número importante de cambios en un corto período de tiempo, al menos más corto que lo que es habitual en las familias convencionales, y que por lo tanto no figuran en la expectativa vital de sus miembros.

Todos estamos en continuo proceso de cambio.

Algunas de las diferencias son de estructura:

Una familia convencional consta habitualmente de dos adultos que tienen uno o más hijos de los dos.

*       en las familias reconstituidas tenemos también dos adultos, y al menos un hijo procreado por uno sólo de los adultos, o bien varios hijos procreados por los dos adultos, pero con otros adultos que no coinciden.

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Limitaciones más frecuentes que se encuentran en este tipo de familias:

Negar las dificultades propias de la nueva situación y hacer como si no pasase nada y se tratara de una familia convencional.
La intromisión de cónyuges anteriores es un factor que dificulta bastante, sobre todo cuando hay cuentas pendientes y la disolución anterior no ha sido amistosa.
El hecho de haber pasado anteriormente por una ruptura, puede generar en la nueva pareja una expectativa sesgada ante cualquier dificultad que acontezca, y ver otra separación como algo más probable.
Cuando la custodia es compartida y existen dos hogares, puede ocurrir que los hijos se conviertan en informadores de lo que ocurre en uno u otro lugar, siendo víctimas de la manipulación de uno de los dos padres, o ser el propio chaval el que chantajee con irse al otro hogar si no se cumplen sus objetivos o no se le deja hacer lo que quiere.
Si se tienen hijos anteriores al nuevo matrimonio, cada uno tenderá a aplicar la autoridad a su manera con ellos, dándose diferencias que dificultarán la integración de los hermanastros.
Boicot de los hijos a la nueva pareja, si no ha conseguido establecerse una buena relación, los hijos pueden ponerse en contra del nuevo cónyuge provocando que el progenitor acabe poniéndose del lado de sus hijos generando problemas en la pareja.
Celos del progenitor ausente hacia la relación de sus hijos con el nuevo cónyuge, puede ver la amistad del niño con el otro padre como una deslealtad hacia él/ella y reaccionar en consecuencia.
La familia externa (abuelos, tíos, primos) puede establecer diferentes relaciones con los niños, haciendo distinciones entre ellos y acentuando la situación de desigualdad.
Distinto ritmo de adaptación, por regla general los hijos marchan a una velocidad más lenta que los padres a la hora de generar relaciones estrechas con el nuevo cónyuge. Los padres con frecuencia han generado su vínculo sin que los hijos tuvieran conciencia de esta nueva relación; por lo que se tiene que tener paciencia y darles el tiempo suficiente sin intentar forzar la situación.
Cambios estructurales en las relaciones de las dos familias: los hijos sufren la pérdida de la relación privilegiada que previamente tenían con sus padres biológicos y ahora tienen que compartirlo no sólo con otro adulto, sino también con otros “hermanos”, en el caso que los haya.
En el caso de que existan varios hermanos biológicos puede darse el caso de que cada uno se posicione en polos diferentes, siendo uno de ellos facilitador de la nueva relación y otro mantenga una actitud oposicionista.

*       Aspectos a tener en cuenta que facilitarían la convivencia en estas familias:

Antes de la creación de un nuevo núcleo familiar, sería recomendable que quedaran acordados unos criterios previos, los roles que desempeñará cada uno tienen que quedar bien establecidos desde el principio, delimitando las funciones que se cumplirán en la nueva estructura, tanto en normas y reglas familiares como en la crianza de los hijos del nuevo cónyuge.
Sería aconsejable que la familia optara por un nuevo entorno para vivir, y no elegir alguna de las residencias anteriores, ya que el nuevo lugar puede convertirse en un “hogar” en el que se generen nuevos hábitos y una vida adaptada y generada por todo el núcleo.
Es importante que haya un tiempo dedicado a cada subestructura, por una parte un tiempo a la pareja como tal, y por supuesto un espacio para compartirlo con los hijos, tanto los dos cónyuges como la madre o el padre individualmente. Con cierta frecuencia suele ocurrir que algún hijo pueda sentirse desplazado por el nuevo cónyuge, por lo que requiere una atención especial.
Lo ideal sería que en un primer momento el nuevo cónyuge estableciera una relación de tipo más amistosa, en la que pudiera ganarse la confianza de los niños con el objetivo de crear un nuevo vínculo, sería contraproducente que empezara desde la autoridad o la imposición como sustituto en funciones del padre/madre ausente. Es un aspecto fundamental que la visión que muestra el nuevo cónyuge sea de un respeto total hacia el otro miembro que no está, y reconozca siempre la limitación en sus funciones y el papel que juega el padre/madre. Hasta que los padrastros o madrastras puedan asumir más responsabilidades de crianza, simplemente pueden controlar la conducta y las actividades de los niños y mantener informados a sus parejas.
Los padres/madres no deben hablar en contra de sus ex maridos/mujeres frente a los niños, su postura debe ser lo más conciliadora posible, fomentando en la medida en que se pueda la comunicación y el contacto entre ellos.
Facilitar el paso a esta nueva etapa de familia reconstituida, adoptando un punto de vista normalizado y evitando caer en el dramatismo.
 
Ir creando el sentido de pertenencia a una nueva familia, buscando y aprovechando puntos de unión entre cada uno de los miembros, a través de actividades comunes, viajes, compartiendo confidencias, etc. Haciendo que la relación entre familia biológica y reconstituida sea lo más fluida posible.
Asentar la nueva relación de pareja, después de un divorcio, separación, muerte o etapa de soltería, generando unas bases sólidas.
En el caso de que se den conflictos graves, es más adecuado que intervenga el progenitor para evitar que la acción del nuevo cónyuge no sea vista como una intromisión por parte del niño y esto pueda desembocar en más problemas.
Facilitar una buena expresión emocional de todos sus miembros, que haya una buena comunicación y apoyo en los momentos difíciles.
Es importante mantener unas expectativas realistas desde el principio, la adaptación es un proceso que requiere de tiempo y no es algo que vaya a venir de un día para otro.
Es probable que surjan sentimientos de culpa en los cónyuges y esto haga que se pueda caer en la permisividad como modo de compensación hacia los hijos, es fundamental tomar conciencia de ello y buscar medios alternativos más adaptativos.

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